Legalización de las Drogas (II) El Consumo

Por Julián Penagos Carreño

Uno de los argumentos en contra de la legalización de la droga, es que sí bajan su precio, cabría la posibilidad de que las personas tuvieran un acceso más fácil a ellas. Sin embargo, esto no puede ser visto de manera tan radical.

El caso de Portugal es el más sonado por los defensores de la medida y merece un vistazo por ser una propuesta innovadora y que ha dado cierto resultado.

En el 2001, el gobierno portugués descriminalizó el consumo personal de cocaína, marihuana, heroína y metanfetaminas cambiando el castigo de la cárcel por el de la terapia para aquellas personas que fueran encontradas consumiendo o en poder de estas sustancias. La terapia se basa en que la persona va a citas regulares con un psicólogo, un asesor jurídico y un trabajador social que lo enfrentan a las consecuencias del consumo. Es decir, a la persona que sea drogadicta se le da la opción de ir a la cárcel o de entrar a un programa de terapias para tratar su adicción.

Esta estrategia tan criticada en su momento, tuvo efectos positivos tan solo cinco años después. Un estudio del Cato Institute publicado en abril del 2009, dio como resultado que el consumo había disminuido la mitad, junto con los casos de infecciones de VIH causada por el intercambio de agujas infectadas. Así mismo, los drogadictos que pedían voluntariamente ayuda aumentó también en un 60%.

No se puede negar que las cifras son impresionantes, pero ¿cuál es el eje de esta política antidrogas? Son tres sus puntos – eje:

–       Redireccionar el foco del problema de la droga hacia la prevención  primaria. Esto quiere decir tratarlo como un problema de salud pública y no como un delito.

–       Extender y mejorar la calidad del servicio de salud, para facilitar el acceso de los adictos al tratamiento de su adicción.

–       Crear mecanismos de difusión para que el adicto entienda que es mejor entrar en un programa de tratamiento de su adicción que ir a la cárcel.

 Ahora bien, una aclaración, legalizar es distinto a penalizar, pero no significa que el gobierno deje de lado la prohibición, solo (como lo hizo Portugal) se hace un cambio de enfoque, en vez de castigar con prisión a los consumidores se les lleva a tratamiento. Este punto debe tenerse en cuenta, ya que la opinión pública llevada por la desinformación cree que legalizar las drogas significa que todos tendríamos la libertad de consumirlas lo cual no es cierto. Lo que hace Portugal es un consumo controlado de la sustancia en vista de que el drogadicto en un futuro cercano deje de consumirla. Es atacar la demanda por encima de la oferta. Es afirmar y aceptar que el consumidor es un enfermo y no un delincuente.

¿Serviría una política de legalización en Colombia? Para hacer que una política de estas logre tener un éxito en Colombia, se tendría que optimizar no solo las bases de la política social que ayude a una equidad entre sus pobladores (como se dijo en la entrada de la semana pasada) sino en mejorar ostensiblemente el servicio de la Salud, la cual, como se sabe, está en franco deterioro. Es decir, una nueva política de drogas basada en el enfoque de problema de salud pública, significa una modificación total del sistema de salud colombiano, con nuevas entidades prestadores de salud, que beneficien al cliente y lo vean como tal, como el beneficiario que mes a mes consigna un dinero para que, si se enferma, sea atendido de la manera más humana posible.

La legalización de la droga no se puede ver en términos de claros y oscuros. Deben examinarse las condiciones por las cuales ha sido exitosa en Portugal y si se puede implantar de esa manera en nuestro país. De manera contundente se puede decir que no,  por lo menos aún no, debido a que una legalización de la droga esta anclada firmemente en un sistema de salud decente y una política social equitativa.  

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